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Abril

 

-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren una figura alargada con una calavera y dos amantes declarándose su amor.

-¿Qué figura alargada, qué amantes?, dijo Sancho Panza.

-Aquellos que allí ves, respondió su amo, son Hamlet recitando su ser o no ser y la pareja enamorada son los desgraciados Romeo y Julieta renunciando a sus apellidos para poder vivir su romance.

Indudablemente abril es el mes del libro y de los San Jorge victoriosos. El 23 de abril se celebra la cita literaria más importante de todas: el entierro del manco más ilustre de la literatura española: Miguel de Cervantes y la muerte del bardo inglés: William Shakespeare.

Por tanto las obras seleccionadas para la ocasión son: El retrato de Miguel de Cervantes y El retrato de William Shakespeare.

El retrato del manco de Lepanto fue realizado en 1600 y atribuido a Juan de Jáuregui. El pintor sevillano de origen riojano, qué destacaría más por su faceta de escritor que por la de pintor, elaboraría un retrato del autor de las Novelas Ejemplares típicamente renacentista del último tercio del siglo XVI.

Vemos en él, el busto del escritor madrileño en posición tres cuartos sobre un fondo negro donde la única nota de color la otorgan las carnaciones y la gorguera blanca tan propia de las vestimentas de la época. No mira al frente sino que observa al espectador de reojo dándole a su rostro una expresión de serenidad pensativa.

El retrato del dramaturgo inglés fue hecho hacia 1610 y atribuido a John Taylor. Se le denomina Retrato Chandos debido a que estuvo en posesión de James Brydges, primer duque de Chandos.

Volvemos a tener un retrato de busto colocado en posición tres cuartos, pero a diferencia del retrato cervantino, contemplamos que la paleta de colores es algo más amplia, ya que Taylor emplea tonalidades rojizas para el fondo y el negro y blanco para las vestiduras. Ubica la figura del bardo dentro de una especie de tondo que enmarca el busto. En esta ocasión la mirada que lanza Shakespeare enlaza con la del espectador, creando entre la obra y quien la mira esa mística conexión.

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